Me resisto a creer que todo, absolutamente todo se compre y se venda.
Estimados sres. Santiago Sierra y Eugenio Merino
Leo que ustedes hicieron una escultura-ninot para ser expuesta y vendida en ARCO. Al parecer, y según se publica, por 200.000 Euros. Y al parecer, nadie ha querido pagar ese precio. Ya ven, se confirma -aunque a veces nos fastidie -que el valor de algo está definido por lo que el mercado quiera pagar por ello. El mercado privado, o el de las instituciones públicas.
Leo además que vds. ponían al comprador la condición de que la obra de arte fuera quemada tras su adquisición. Según su comunicado, “la obra se había creado para ser quemada con el mismo ánimo que en las Fallas en la cultura popular: deshacerse de lo viejo y de lo corrupto para dejar paso a lo nuevo».
Entre los múltiples posibles orígenes documentados de las Fallas Valencianas, no encuentro ningún autor que cite el término “corrupto” en referencia a lo que hay que destruir. Quizá vds. quieran aclarármelo.
En cualquier caso, las Fallas de Valencia se celebran en primavera, efectivamente, en el momento en que -en la mayoría de las culturas – se celebra el renacer de algo nuevo ligado a la primavera. Un tiempo de alegría, de disfrute.
Por más que busco, no me llega de este acto de vds., sensación de algo nuevo, de alegría. Quizá el problema es que es otoño. El otoño, con toda su belleza, se ha celebrado en numerosos ritos, en numerosas civilizaciones, como el momento de volver al calor, a la familia, como el momento de recoger y agradecer lo vivido y obtenido en los meses anteriores.
Parece raro hacer una celebración con aroma a primavera en un momento en que – en nuestra parte más primitiva y ancestral, esa a la que ustedes quieren acceder y provocar como artistas – ya estamos en “modo otoño”. El olor es raro, muy raro. Al menos para mi.
Su propuesta a posibles clientes era comprar una escultura en ARCO para quemarla en privado, ¿y ya?
Intentando entender, se me ocurre que quizá vds. no pretendieran vender una escultura. Quizá pretendieran vender algo más. Quizá un espectáculo, como deduzco ahora al ver la intención de venta de las imágenes de la quema. O quizá un torpe intento de animarnos a todos a cuestionar algún paradigma. Quizá simplemente generar audiencia de una manera rápida y poco costosa. O quizá me equivoque.
Detrás de estas imágenes, – desde la escucha y el intento de entender -mas que arte, me llega odio y rabia. ¿Es ese el contenido que quieren transmitir con su obra? Quizá sólo pretenden comerciar con el odio y la rabia de las personas, tan de moda en estos últimos tiempos. Hacer caja con los miedos de una sociedad polarizada, aprovechando la circunstancia para empujar cómodamente en el sentido de la inercia. Buscar ese supuesto “poder de influencia” abriendo más las heridas en un momento en que tantas personas están tratando de encontrar un nuevo “para qué” para seguir viviendo.
Si el día de la hispanidad hubiese caído en primavera, su campaña habría sido redonda. Pero cae en otoño. Y quizá por ello, todo este espectáculo que se han montado vds. huela más rancio todavía. Tan rancio como el odio. Tan rancio como las confrontaciones gratuitas a costa de explotar emociones destructivas. Tan conocido y tan rancio para nosotros, como la destrucción desde dentro del marco y el entorno que les permite a vds. desarrollar precisamente esa actividad.
El odio solo sirve para esclavizar sociedades, para atarlas al objeto odiado. El odio impide mirar adelante, impide avanzar. El odiador siempre necesitará un objeto al que odiar, y eso le convierte en esclavo, en manipulable. ¿Es eso lo que vds. buscan en sus clientes ? ¿es ese el público que buscan? ¿De verdad necesitan vds. recurrir al odio para proporcionarse un sustento?
Vemos cada día más violencia entre los jóvenes, los adolescentes. Más episodios de rechazo y de bullying en los colegios. Se emplean ríos de tinta teorizando sobre el tema, y enormes presupuestos públicos para intentar acabar con esta lacra. ¿Han pensado vds. en el efecto que estas imágenes tienen entre los adolescentes, entre los niños que serán los adultos de mañana? ¿acaso quemar a aquellas personas que no nos gustan o que piensan diferente a nosotros es la solución que vds. proponen? ¿podemos o debemos destruir todo aquello que no nos guste?
Parece que no tiene sentido. Quizá porque su mensaje sea incoherente con los valores que vds propugnan. Por más que busco, no encuentro libertad, ni transgresión, ni valentía ni creatividad en su arte. Solo veo comodidad y discurso trasnochado. Quizá me esté perdiendo algo.
Leo en su web, sr Merino
“The works of Spanish-born artist Eugenio Merino deal with matters such as politics, religion and society with the purpose of making us doubt all supposed truths. For this he may use irony, humor, metaphor or oxymorons, or anything to make art a space for thought and finding the beauty in the idea”.
No entiendo dónde está esa duda sobre supuestas verdades que vd pretende sembrar. Aparentemente vd. Quiere cambiar una creencia (supuesta verdad) a base de imponer otra por la fuerza o por la amenaza de destrucción, no a base de plantear una duda que la cuestione. Me encantará que me lo aclare. La duda podría surgir en un diálogo donde vd y yo, desde el respeto, preguntándonos en un escenario neutro, pudiéramos intercambiar opiniones y quizá desarrollar algo nuevo. Pero si vd me cuenta que me va a quemar si opino diferente, todo el diálogo desaparece. Y con ello, todo ese espacio que vd dice querer crear para llegar a la belleza de una idea.
Me gustan los debates desde la valentía, la coherencia y la libertad, no desde la imposición, la ideología y el miedo.
Insisto: creo que aún hay cosas que no están en venta. Creo que aún existe espacio para enseñar a nuestros jóvenes, a nuestros adolescentes, a nuestros niños, a dialogar, a encontrar ese maravilloso espacio del diálogo retador y valiente donde surgen las ideas nuevas, donde surge la belleza de un pensamiento nuevo y valiente. Ese espacio desde el que se construye una sociedad fuerte que haga posible la grandeza de cada individuo.
Seamos grandes. Ustedes, desde ese fantástico escenario que les ofrece el arte, tienen la gran oportunidad de difundir valores, de construir sin tener para ello que destruir. Sólo tienen que mirar a su propia grandeza.